El marco de la puesta en escena está dado por los actores que se disponen a contar lo que ocurrió en la Comuna de París, le vienen a prestar el cuerpo y la voz a esta historia. Es por esa razón que aparece en primer plano la pregunta acerca de los intereses y las necesidades que nos mueven a hacer esta obra; dado que por sus características (compromiso y opinión permanente en el decir) y su impronta social y política, es un texto que necesariamente obliga a cuestionarse acerca de las implicancias de esos hechos en la actualidad. ¿Qué hay de esa lucha hoy en día? ¿Por qué poner en escena esta obra? ¿Qué hay en mí de esos días? ¿Cuál es nuestra necesidad de hablar de derechos, de injusticias, de intentos de mejorar? A partir de ahí, empezamos a buscar nuestras respuestas.
Podemos decir que la idea rectora del montaje considera el cuerpo de los actores como elemento de soporte y eje del relato. Por ello la obra, está llevada adelante solamente por cuatro actrices y cuatro actores, que encarnan los variados personajes de la obra. Esto nos permite el desarrollo de una puesta en escena con una fuerte impronta lúdica, en la cual el juego corporal, la comicidad, los recursos teatralistas, y los elementos coreográficos juegan un papel fundamental. La misma idea se plasma en todos los elementos de la escena: un espacio despojado, en el que toman relevancia ciertos objetos característicos de la obra (un cañón, bolsas de harina, banderas rojas, cartelones con consignas, fusiles, una bañera, algunos bancos, atados de diarios); un vestuario unificado y genérico (trajes de hombre) sobre los que se agregan pequeños elementos de utilería o accesorio para caracterizar la amplia variedad de personajes.
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